La formación de Luis Jesús Fernández Rodríguez (Soria, 20 de febrero de 1965) se fraguó en Pamplona, donde estudió en los colegios de Nuestra Señora del Huerto, La Salle y San Ignacio, antes de recalar en la Universidad de Navarra, donde se licenció y doctoró en Medicina, especializándose en Psiquiatría. Sin embargo, parte de su carrera profesional tomó un rumbo muy distinto desde que llegó a Tudela para hacerse cargo de una UNED que, en este curso 2023-2024, celebra su 25º aniversario como centro asociado, a los que hay que sumar otros diez años en los que estuvo vinculada a la UNED de Pamplona. Un cuarto de siglo en el que la entidad tudelana ha crecido enormemente, aumentando sus cifras de matriculaciones, ampliando su oferta de cursos y actividades, desplegando una Cátedra de Calidad y un centro tecnológico de relevante repercusión nacional, y recibiendo galardones y reconocimientos nacionales e internacionales.
En estos 25 años como centro asociado, la UNED de Tudela ha registrado una evolución muy destacable. ¿De qué se siente más orgulloso?
De haber podido conformar un equipo que, además de una evidente capacidad profesional, probada con la consecución de reconocimientos que la UNED de Tudela ha conseguido, tanto a nivel nacional como internacional, tiene una sobresaliente calidad humana. Esto es con lo que realmente me quedo después de tantos años. Se trata de un equipo que ha sido capaz de trabajar en momentos muy difíciles, como la pandemia o las crisis del 2007 y del 2012, cuando sacó adelante el trabajo sin quejarse. Por otro lado, me siento orgulloso de haber traído a Tudela la primera cátedra de calidad que salió de Madrid, teniendo en cuenta que pasaron diez años hasta que se creó la segunda, y de conseguir que la ANECA (Agencia Nacional de Evaluación y Acreditación) confiara en nosotros como certificadores de calidad de los centros asociados de la UNED de todo el país. Recuerdo también los inicios de un convenio con la mejor universidad de México en Medicina, al lograr que sus alumnos más destacados hagan rotaciones en el hospital Reina Sofía, poniendo Tudela en el mapa, junto a hospitales de Madrid, Barcelona o Estados Unidos. Más de un centenar de estudiantes han cruzado el Atlántico para ello desde entonces. O haber podido firmar otro convenio con la universidad UTE de Ecuador para hacer actividades de posgrado conjuntas. O nuestros cursos de expansión universitaria, que se siguen en muchos países de Europa y América. Y, por último, hay que destacar el haber recibido dos veces el Premio Oro Iberoamericano a la Calidad. Pero si me tengo que quedar con algo, más allá de esos reconocimientos, escojo resaltar al equipo humano, que es sensacional.
¿Ha conseguido los retos que se marcó cuando comenzó a dirigir la UNED de Tudela?
Cuando yo llegué a la UNED de Tudela, tenía 33 años y era un niño. En ese momento, quizá no era capaz de medir las dificultades de gestión, a todos los niveles, que me iba a encontrar por el camino y con las que iba a tener que bregar. En líneas generales, hemos optado por una forma de gestión técnica, que nos ha hecho tener bastante estabilidad. Por eso, lo importante no solo era adónde quería llegar, sino cómo quería llegar. Y era desde una gestión técnica. A partir de ahí, sí que se han conseguido algunos de los hitos que me propuse, como apostar por la extensión universitaria, algo que no existía cuando llegué. Este último año, lo vamos a cerrar con más de 6.000 matrículas. Otros retos que tenía en mente, como la creación de un centro tecnológico (muy difícil de conseguir que viniera a Tudela, ya que era el último de los centros asociados que se había creado en ese momento), también se consiguieron. El duro trabajo que sacamos adelante nos permitió que, a partir de la creación de una serie de aplicaciones, nos concedieran la posibilidad de desarrollo y el resultado fue de que hablamos de 800.000 usuarios en este tiempo, la inmensa mayoría de fuera de Navarra. Siempre digo que, viendo la buena materia prima de personas que trabajan aquí, tenemos permitido soñar.
Ha hablado de aumento de cifras de matrículas y siempre ha defendido que uno de sus objetivos era el de incrementar el nivel cultural de la Ribera. ¿El crecimiento en el número de matrículas demuestra que el reto se ha conseguido?
Se ha conseguido en parte, porque, como decía, tenemos muchas matrículas de cursos de extensión universitaria que son de fuera de nuestra zona. De hecho, tengo una pequeña espina clavada con la Ribera, porque estoy observando día a día que estamos permitiendo que el talento se vaya fuera. En mi caso, me alegro muchísimo cuando veo a un exalumno que saca adelante una oposición o que monta una empresa en la región, porque eso significa que nuestra labor ha servido para contribuir a su desarrollo personal (la UNED le ha servido como ascensor social, para dar un salto cualitativo en su trabajo) y asienta el talento aquí. Pero son muchos los que se van. Algo más tranquilizador es nuestro impacto a través de un parámetro que se denomina Retorno Social de la Inversión, que detalla lo que devolvemos a la sociedad a nivel económico: ocho euros por cada euro invertido en la UNED de Tudela.
En cuanto a la educación a distancia, ¿cree que la velocidad con la que se mueven las nuevas tecnologías y el impacto de la pandemia fueron un espaldarazo para el modelo de formación que ofrece la UNED?
Sin duda. Y eso que la pandemia nos obligó a hacer un esfuerzo importante en la entidad, en la que nuestro centro tecnológico colaboró intensamente con los otros dos que tiene la UNED a nivel nacional (en Barbastro y Ponferrada) para que se pudieran realizar exámenes online. De todas formas, quedarnos pensando en ello sería, ahora mismo, estar obsoletos. Los cambios van a ir muy deprisa y no podemos frenarnos. Lo que hicimos en la pandemia estuvo muy bien, pero la tecnología evoluciona tan rápidamente que no nos podemos quedar parados. El siguiente reto es la incorporación de la inteligencia artificial a nuestros trabajos.
¿Cómo ha visto que ha cambiado la Ribera en estos 25 años?
Ayer mismo recordaba, mientras iba a casa y pasaba junto a la vía del tren, todos los intentos que ha habido de sacar el tren fuera del núcleo urbano. En diez años, no ha pasado nada. Y esto es un ejemplo de a qué velocidad nos movemos en la Ribera. No sirve echar la culpa a Pamplona. Tenemos que pelear por las cosas que queremos y lograr cambios. Tudela puede quedarse como una ciudad residencial, pero lo que hay que hacer es movernos y generar productos de valor. Necesitamos un tejido industrial más potente y apostar fuertemente por él. Aquí, por ejemplo, el observatorio socioeconómico que desarrolla nuestra Cátedra de Calidad ofrece parámetros que pueden servir para tomar decisiones. No es cuestión de más oferta universitaria, sino de industria, de servicios, de turismo, de logística, de desarrollo… Hay que dar un salto cualitativo y todos debemos empujar para conseguirlo.
¿Cómo cree que percibe el ciudadano de Tudela a la UNED? ¿Ha cambiado esa percepción con el paso del tiempo?Sí. Cuando empezamos y éramos dependientes de la UNED de Pamplona, no se ofrecían ni cursos de extensión universitaria ni actividades culturales. Y que ahora los ofrezcamos ha cambiado claramente el panorama cultural de la zona. Creo que la visión que tienen los tudelanos de su UNED no es mala, aunque nos queda mucho por mejorar. Pero una cosa que revela que estamos en el buen camino es que cuando alguien empieza a hacer algo bien, obliga a los demás a hacer lo mismo. Y me gusta mucho ver cómo la biblioteca de Tudela y la UPNA están ofreciendo cada vez más exposiciones y actividades. Creo que esa labor tractora que hemos realizado hace también que la percepción que la gente tiene de nosotros no sea mala.
Aunque el apoyo de las instituciones es constante, ¿qué más les pediría?
Hay una cosa que no hemos conseguido, que es la ampliación del centro. En este momento, quizá habría que plantearse si realmente es necesaria, ya que estamos derivando hacia un modelo mucho más virtual. Pero si me parece importante la consecución de un espacio que acoja a un número importante de personas y en el que podamos proponer que lleguen a Tudela eventos más importantes (que hasta el momento no hemos gestionado por falta de espacio). Estos actos podrían convertir a la Ribera de Navarra en una referencia de turismo cultural y formativo. Es obvio que eso redundaría en estancias en hosteles, comidas en restaurantes o compras en establecimientos comerciales, por ejemplo. Pero para ello, necesitamos un sitio mayor y con mejores prestaciones.