El Centro Asociado de la UNED en Tudela ha acogido una conferencia sobre el legado que dejaron las revueltas de 1968 en más de una docena de países. Contradictorio y complejo, ahondó en el individualismo, creó una libertad vinculada al consumo y liberó la sexualidad. A su vez, dejó interrogantes sobre el presente y el futuro de la izquierda, la cohesión social o las relaciones intergeneracionales.
Los protagonistas de estas revueltas eran jóvenes contrarios a la guerra de Vietnam, que se sentían aplastados por el sistema político en el que vivían y aspiraban a un mundo distinto y más libre. Fascinados por la aún próxima Revolución cubana, por el maoísmo que en ese momento llevaba a cabo su Revolución Cultural y por filosofías recientes como la de Marcuse o Freud, pretendieron subvertir el mundo sin hacerse con el poder.
Sin embargo, el legado de esas revueltas no fue el que pretendían entonces. En ninguno de los países donde tuvieron lugar estos hechos se produjo nada parecido a un cambio del sistema, sino que estos más bien salieron fortalecidos. Donde había comunismo, siguió el comunismo; dónde imperaba el capitalismo, este se reforzó. El legado de 1968 fue a menudo contradictorio y siempre complejo.
En definitiva, este fenómeno supuso ahondar en el individualismo, crear una libertad vinculada al consumo y liberar la sexualidad. Pero a su vez, dejó interrogantes sobre el presente y el futuro de la izquierda, la cohesión social o las relaciones intergeneracionales.
Ramón González Férriz, editor y periodista, columnista de "El Confidencial" y autor de "La revolución divertida" y "1968. El nacimiento de un mundo nuevo", ha sido el encargado de ofrecer la conferencia que ha concluído con un coloquio entre los asistentes.
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