Asturiano, licenciado en Historia y en Ciencias de la Información, es conocido sobre todo por su carrera periodística en RTVE, primero como enviado especial por los cinco continentes, y luego como corresponsal en el extranjero -en Portugal y Estados Unidos-. Más tarde ha trabajado como ejecutivo en diferentes puestos de responsabilidad: director de los Servicios Informativos de Televisión Española, gerente de Relaciones Internacionales, director de Radio Nacional de España o consejero de Administración, cargo que ocupa actualmente. Le hemos hecho unas cuantas preguntas. [¿Existe realmente la Independencia en la prensa o es una utopía?]
Indudablemente la objetividad es casi un mito, ya que todos somos sujetos, y, como tal, subjetivos. Creo que el objetivo del periodista debe ser perseguir la verdad, buscar y contar la verdad de los hechos de la forma más escrupulosa posible. Siempre ajustándose a la veracidad de los datos, evitando aportar esa componente de subjetividad que todos llevamos dentro. No es fácil, pero ese es el reto de nuestra profesión.
[¿La búsqueda de grandes titulares no dificulta esa búsqueda de la verdad?]
Muchas veces se busca más la frase o la mejor forma de vender la información que la información en sí. Es algo comprensible. La información hay que hacerla atractiva y entretenida al espectador, e intentar desvincularla de algunos elementos de espectáculo, en la radio y la televisión, o quitarle algunos elementos de color en la prensa escrita, sería renunciar a uno de los componentes de la información.
Pero esto no se puede llevar hasta el extremo de transformar su autenticidad, veracidad y realismo, que es algo que se observa con bastante frecuencia, ya que se contempla la información como una industria en la que la noticia es la materia prima de la cual hay que obtener unos productos que se vendan, y esto empieza a ser preocupante, porque se desdeñan informaciones importantes porque no ofrecen una puesta en escena sugerente y a la vez se destacan de forma inapropiada otras informaciones que carecen de importancia.
[¿Los resultados de audiencia y la mentalidad empresarial han quitado romanticismo a la profesión del periodista?]
La historia nos enseña muchísimo. Los periódicos de hace unos 50 años tenían su orientación, sus ideales, que aparecían debajo de cada cabecera, y éstos estaban muy por encima de los meramente empresariales. Esto ha cambiado, y en la empresa periodística, salvo honrosas excepciones, lo que prima es conseguir un buena cuenta de resultados al final del ejercicio, y, si de paso puede influir en algunos aspectos, también, pero lo que cuenta es alcanzar unos objetivos económicos. Para ello, como he dicho antes, se utiliza la información como materia prima a la que se le pueda sacar mejor partido comercial.
[¿Existe concentración en los medios de comunicación españoles?]
Hace 25 años los medios españoles eran insignificantes en el ámbito internacional. Una gran parte de ellos estaban controlados por la dictadura, y otros eran de ámbito familiar y pequeñas empresas. Con la Transición y la libertad de prensa, sufrieron una transformación importante en sus estructuras empresariales. Lo hicieron bien, y rápidamente. La concentración llegó, sobre todo, a raíz de los grandes grupos multimedia, lo que causó una cierta alarma, sobre todo en la radio, con la denominada “guerra de medios”, que llega hasta nuestros días.
[¿Es preocupante esa concentración?]
Dice un viejo axioma del periodismo que “es mucho peor tener libertad de prensa con un solo medio que tener censura de prensa con muchos medios”. El monopolismo es terrible.
Es un asunto ante el que hay que estar alerta, aunque creo que en España la situación no es alarmante. Si que hay varios grupos potentes, especializados en distintos ámbitos, pero creo que no es preocupante.
La concentración también tiene aspectos positivos, porque permite a los medios competir fuera de nuestras fronteras, y tener más medios técnicos y humanos.
[Se acusa de partidista a la prensa española. ¿Es cierto?]
Desde luego. Hay un tremendo partidismo, los medios están muy estigmatizados por el hombre de la calle.
Creo que los periodistas estamos pagando las consecuencias de la época de la Transición, en la que al desaparecer la mordaza de la dictadura, tomamos rápidamente posiciones políticas.
No deja de sorprenderme, además, que los medios estén tan identificados con diferentes posiciones políticas, y que las asuman con tanta uniformidad e insistencia. Su imagen ganaría muchísimo demostrando mucha más independencia, no sólo de los poderes públicos, sino de muchos prejuicios particulares.
[¿Qué solución hay para ello?]
El consumidor, en este caso de información, tiene mucho que decir. Tomando ejemplo de la industria: si una empresa fabrica yogures y a los consumidores no les gusta, no venderá ninguno e intentará cambiar los sabores o el tipo de yogur. La sociedad debería ser más exigente con los medios, y cuando ve que alguien intenta adoctrinar, tergiversar, engañar... debería dejar de consumirlo, y ese medio encarrilaría sus pasos o cerraría.
[¿Cree que es exigente la sociedad con los medios? ¿No escuchamos lo que queremos oír?]
Gran parte de la sociedad busca los medios con los que está más identificada, y eso es fatal. Cualquier persona que quiera estar informada debe leer, escuchar o ver más de un medio, y prestar especial atención a aquellos medios que no coinciden con sus ideas.
Además, me preocupa que en España todo se politiza, y diariamente tenemos que asistir a un debate sea sobre lo que sea, sobre temas importantes o nimios. Entiendo que lo que está ocurriendo en Ceuta y Melilla o el Estatut catalán son temas importantes, pero la mayor parte del año no existen esos temas, y no entiendo porqué hay que levantarse por la mañana con el hacha de guerra a polemizar con los demás. Es un poco lo que pasa en el mundo del deporte, en el que a cualquier palabra se le saca punta.
[Usted, que ha sido corresponsal en EEUU, ¿ha visto control de la información o autocensura, como el caso de las imágenes de los muertos en Iraq? ¿Ocurre en España?]
Nunca, al menos en mis años allí no. Me sorprendió cuando los atentados del 11-S, porque encontré razonable que no emitieran ciertas imágenes, para evitar cierta consternación en la propia ciudad, más peligrosa que los propios atentados, pero no entendí la autocensura posterior. Creo que en USA está produciéndose el fenómeno de que los medios cada vez están más mediatizados por la propiedad de los propios medios y sus intereses. Los accionistas de los medios de comunicación cada vez son más variados y más ajenos al ámbito de la comunicación, buscando conseguir un cierto control de los medios. Cuando alumnos me preguntan qué hay que hacer cuando llegas nuevo a una redacción siempre les respondo que deben enterarse de quién forma el consejo de administración de la empresa, porque así sabrán, cuando no les hayan publicado una información de calidad, que afectaba a algún accionista del medio, sus verdaderos propietarios.
Es curioso, en el caso español, el que muchos constructores compran medios, cadenas locales de TV, algo tremendamente sospechoso, en búsqueda de influencias para legitimar sus actuaciones.
[¿Internet puede democratizar los medios de comunicación?]
Está cambiando absolutamente el periodismo y creo que dentro de 15 años la situación no se va a aparecer en nada a la actual. Estimula formas de debatir, de informar, más independientes, abiertas a la participación de todo el mundo y más difíciles de controlar.
También tiene aspectos negativos, porque la “barra libre” de información puede hacer circular bulos o informaciones inciertas sin ningún control...
[¿Ha sufrido presiones políticas en su trabajo?]
En multitud de ocasiones, obviamente, de todo tipo. A veces fuertes, coacciones, otras veces intentan camelarte, seducirte... Recuerdo mi época en los informativos de TVE, donde sufrí grandes presiones por parte del PP. Es algo normal en nuestra profesión, desgraciadamente.