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"El Rey piensa que una abdicación es una huida cobarde y se siente todavía firme; quiere salir por la puerta grande y se equivoca"

Entrevistamos a Antonio Torres del Moral, Catedrático de Derecho Constitucional de la UNED y uno de los mayores estudiosos de la monarquía española y su regulación jurídica.

18 de diciembre de 2013

¿Es la situación actual de la Monarquía la más precaria de toda su historia?

Eso es mucho hablar, ya que la Historia está repleta de episodios; pensemos por un instante en el reinado de Fernando VII, aquello fue mucho más precario que esto. Estamos ante una situación complicada y difícil, pero superable, espero; ha habido otras más complicadas. La situación actual comparada con otras históricas es plácida.

¿Cuáles son sus principales fallos?

La casa está funcionando mal, al menos desde que salió de ella Sabino Fernández Campos; y no lo digo porque fuera amigo, sino porque creo que es verdad. Creo que los poderes públicos han tenido a la Monarquía extremadamente protegida para que no se contaminara y para que no fuera contradicha nunca; además existió un pacto de silencio tácito entre los medios de comunicación y la dinastía, de tal manera que los medios no han informado en 20 años (sólo han publicado las notas que hacían llegar las personas encargadas). A partir de un momento histórico o “histérico” el pacto se rompe; se puede cifrar, pero es difícil. Hubo algunos altibajos con las bodas de las infantas, pero el noviazgo del príncipe de Asturias con Eva Sannum fue el punto de partida y de llegada. Se dividió la opinión pública del país: los medios de comunicación se fraccionaron y si antes no se informaba de la monarquía, ahora no se habla de otra cosa. Todo esto ha fallado.

La actuación de los últimos meses con las dolencias del Rey y el encargo del Príncipe de Asturias respecto de ciertas funciones, muy en el vacío jurídico, hace que la Monarquía esté funcionando por vía de hecho, por usos y por costumbre, pero no con un respaldo jurídico conveniente. También están las andanzas de los Duques de Palma, que han perjudicado a la Monarquía notablemente: es muy difícil que la Monarquía se rehaga de esto, entendiendo la monarquía con la configuración actual con el Rey; otra cosa es cuando haya una sucesión a la corona, pero en la configuración actual es muy difícil porque el Rey no ha sido enérgico en este punto. Hace algunos años cuando la Infanta Elena puso una empresa, el Rey le obligó a cerrarla; a Urdangarín y a Cristina, por el contrario, les dijo que se fueran a EEUU: no es correcto. Todo esto ha motivado una cierta zozobra.

A su juicio, ¿qué cree que debe ocurrir con la Monarquía?

En la situación actual no vale un parche, sino una cirugía. El asunto de Urdangarín con Cristina, las dolencias del Rey que cada vez está más achacoso y los asuntos del Monarca con Corina, no se arreglan con un discurso de Navidad, que por otro lado ya veremos qué nos dice este año.

Vale la inhabilitación y que pase el Príncipe a ser Regente, o la abdicación y que pase el Príncipe a ser Rey, y la renuncia de los Derechos Sucesorios de la Infanta. Monárquicos en España hay muy pocos; en este país nadie cree en nada. Sí ha habido bastantes Juancarlistas, entre ellos los principales líderes políticos, de tal manera que ante la opinión pública la monarquía estaba siempre valorada como la primera institución.

Ahora están todos suspensos, incluido el Rey; de ser la institución mejor valorada de España, a estar suspensa en la opinión pública… ¿qué ha pasado? Pues ha pasado de todo: el Juancarlismo ha bajado, el republicanismo quizás haya crecido algo, pero sobre todo lo que hay es un cabreo fenomenal con la situación actual; y eso es caldo de cultivo para cualquier cosa.

En el último mensaje del Rey en Navidad, el monarca recalcó la igualdad de los españoles ante la ley. ¿Qué opina de ello?

Que dijo una verdad constitucional; los españoles somos iguales ante la ley. Después no resulto ser así; hay diferencias: unas toleradas por el ordenamiento jurídico y otras no, otras solapadas y otras contrahechas.

No está habiendo igualdad claramente; por muchísimo menos, muchos españoles han sido inculpados y algunos condenados. Y la resistencia del Ministerio Fiscal a que se inculpe a la Infanta es preocupante por el propio Ministerio Fiscal, que está ejerciendo de abogado defensor y que está contraviniendo su propio estatuto jurídico; esto es grave, no debería oponerse, sino todo lo contrario. Debe ser inculpable y luego ya veremos; eso no significa que sea condenada. Lo que pasa es que si es inculpada, tiene que renunciar a los derechos sucesorios; algo que tenía que haber hecho ya, pero que se está resistiendo.

A mí me parece que el que peor está actuando es el Ministerio Fiscal, que está poniendo trabas para salir del tema mal que bien en lugar de pedir una investigación. La opinión pública no va a aceptar que se libre de la inculpación y por el bien de la Monarquía debe haberla.

¿Por qué motivo no abdica el Rey? ¿Cree que se producirá la abdicación?

Porque no quiere. El Rey sabe que ha bajado en las encuestas de opinión y quiere rehacerse. Piensa que una abdicación es una dejación de funciones, una huida, una cobardía… y se siente todavía firme. Quiere salir por la puerta grande y se equivoca al igual que los poderes públicos, porque entienden falsamente que la inhabilitación o abdicación del Rey es un ataque a la Monarquía, como muchos han entendido durante 35 años que la reforma de la Constitución es un ataque a la misma. La reforma de la Constitución es una válvula de seguridad de la propia Constitución para que siga sirviendo y la abdicación es una válvula de seguridad cuando se llega a cierto extremo de tipo médico.

La inhabilitación es temporal. Por ejemplo mientras se esté operando, que no tengan que llevarle los Decretos Ley a la cama del hospital para que los firme; eso es algo grotesco habiendo como hay un Príncipe de Asturias que, según la Constitución, sería automáticamente el Regente y que, por otro lado, es lo que está haciendo. Salvo firmar las leyes y los Decretos, todo lo hace el Príncipe sin un respaldo jurídico detrás. No hay ni una sola norma en el Ordenamiento Jurídico Español que diga para qué está habilitado el Príncipe; está actuando hasta el punto de que no cabe nada más en su agenda, pero sin cobertura jurídica: en el alambre y sin red. Esto, desde el punto de vista del Estado de Derecho no tiene sentido alguno.

Hace tiempo publiqué un libro sobre el Estatuto Jurídico del Príncipe, que se debería haber llamado “El NO Estatuto Jurídico del Príncipe” y que pone de manifiesto todo esto: el Rey es irresponsable e inviolable, no da cuenta ante los tribunales, pero el Príncipe no. Y se equivoca, como ya ha ocurrido alguna vez, y entonces, ¿quién responde? Se mira para otro sitio y eso no cabe en un Estado de Derecho.

La Monarquía española es constitucional, y hay muchos españoles que siguen a la Monarquía porque está introducida en la Constitución y aprobada por el pueblo español. En cuanto la Constitución se separe de la Monarquía, una coma está perdida. En España hay más Juancarlistas que Monárquicos y eso es un hándicap que tiene el Príncipe; las cosas han seguido sucediendo como si no pasara nada y resulta que si que pasa.

Los mayores aciertos del reinado de Juan Carlos I.

Varios y muy importantes; el primero, saber adaptarse al cambio. La primera medida significativa que toma el Rey es renunciar al privilegio de presentación de obispos que había heredado de Franco: el nacionalcatolicismo se ha acabado, la iglesia tiene su cometido y nosotros el nuestro; todo esto con el aplauso de la Iglesia, a pesar de que podría parecer lo contrario.

Después confía en Torcuato Fernández Miranda, que había sido preceptor suyo, y juntos maquinan la reforma. Pusieron en marcha eso y también la Ley para la reforma política que se aprobó en las cortes franquistas por más de un 80% de voto afirmativo.

Por otra parte el Rey acepta de antemano que la desembocadura de la transición política va a ser una Monarquía, pero no la que había o la que estaba diseñada en las leyes fundamentales. La ley Orgánica del Estado o la Ley de Sucesión a la Corona le daba al Rey amplísimos poderes y éste aceptó perder parte del poder a cambio de ganar autoritas (prestigio): colocarse por encima de los poderes públicos como un no poder público que persigue la marcha del Estado.

Cuando se proclaman las elecciones, él pronuncia el discurso de apertura y da un paso mas todavía; dice así, “Esto no es cuestión de la corona; es cosa de ustedes los parlamentarios, los diputados, los senadores”. Se da cuenta de que la corona está detrás y de que hay ciertas cosas que las tienen que hacer los podres públicos elegidos.

Cuando se proclama la Constitución hace otro discurso en el que viene a decir que los poderes públicos son los responsables y la corona está en otro sitio. Es decir, con esos discursos va marcando el paso de una Monarquía Autoritaria a una Monarquía Parlamentaria, y lo va autorizando.

Otro de los logros es el 23F, del que tanto se ha escrito. El Rey salvó la Democracia y ahí se ganó el resto; después del 23F no había español que no fuera Juancarlista. Y así durante 25 años, aunque lamentablemente en los últimos 6 años ha ido para atrás.

Desde su punto de vista, ¿cómo ve la ciudadanía el tema de la sucesión de la corona?

Los que se toman el asunto en serio como un problema nacional están de acuerdo en la igualdad en la sucesión de la corona, aceptan que sin embargo el sucesor sea el príncipe actual y el príncipe tiene buena opinión.En cuanto a si se debe suceder ahora o cuando el Rey muera, el pueblo no tiene una opinión muy definida. Lo que sí entiende la gente es que esta etapa se está acabando o se ha acabado.

¿Hemos perdido la “fe” en la monarquía?

Sí; la poca que teníamos. No se tenía fe en la Monarquía, sino fe en Juan Carlos I: si lo que hay es Juancarlismo y lo que falla es Juan Carlos, ya no queda nada y eso es grave. Toda la tarea de Felipe es ganar para la Monarquía y no para él; no va a haber un Felipismo como ha habido un Juancarlismo, y eso es complicado.

El Príncipe tiene formación, ganas, tiene modos y maneras; quizás le falta la simpatía del padre, que es amigo de todos y esa es una baza que siempre ha jugado España. Felipe es muy serio y apenas sonríe, aunque sabe mucho más que el padre; lo que tiene el Rey es mucha inteligencia para saber estar, saber por dónde van a venir las cosas y poder abrir caminos, pero en cuanto a preparación jurídica el Príncipe le supera. Felipe ha hecho una carrera completa con buenísimos profesores, tiene mucha devoción por ellos y están siempre a su disposición. Son dos tipos tremendamente diferentes y el hándicap del Príncipe reside en que para salir de una situación tan complicada, es mejor una persona como el Rey que es capaz de decir una cosa, mañana otra y reírse de aquella. Felipe es trabajador y así es más difícil salir que con la gracia, la espontaneidad y la amistad.