¿Cuáles son las razones por las que ha cambiado el mercado de trabajo?
Principalmente dos. Primero, la evolución de la tecnología y de la logística. Segundo, la competencia existente a nivel mundial. Además, estos efectos se han amplificado debido a la gran velocidad con la que se puede transmitir información (vía Internet) y con la que se pueden transportar bienes y servicios (mejora de los transportes y de las infraestructuras, aunque no hay que olvidar el efecto del precio del petróleo).
¿Por qué ha cambiado para siempre?
Barack Obama comentó en el debate acerca del estado de la nación que el Gobierno debía trabajar para devolver los puestos de trabajo perdidos. Y ahí esdonde está el drama; como contestó Ricardo Hausmann, profesor de desarrollo económico en Harvard, los puestos de trabajo no vuelven: los puestos de trabajo evolucionan. Ya lo dijo Maquiavelo: “Esta es la tragedia del hombre. Las circunstancias cambian, él no”.
¿Y qué supone ese nuevo mercado emergente? ¿Qué características tiene?
Un mayor desajuste entre la oferta y la demanda de trabajo de manera que, salvo trabajos muy cualificados, se produce una bajada generalizada de los salarios ya que en pocos puestos se dice “pues si no me ofrece más, me voy”. Por desgracia, no hay lugar a dónde ir.
Las características más acusadas hacen que este desajuste nos lleve a una sociedad con unas clases más polarizadas. Aquellos que están en puestos que no compiten con la economía global o relativamente tranquilos en grandes empresas pueden vivir mejor, otros viven con tensión asustados por una posible situación de paro. Y la peor situación llega en dos casos: personas que ya no tienen ninguna expectativa de futuro o personas que aun trabajando, no pueden disfrutar de una vida digna.
¿Qué consecuencias tiene esto en la economía real? ¿Cómo nos afecta?
La principal, en términos técnicos, es la subida de la tasa de paro natural. Por mucho que hablen de brotes verdes, antes del estallido de la crisis (2.008) si dividíamos el número de desempleados por el total de personas que estaban dispuestas a trabajar (población activa) nos daba aproximadamenteun 10%; ahora si hacemos esta misma división estaremos en el 24-25%. No hay ningún centro de estudios económicos que hable de una bajada del 20% antes de 2.020.
Lo peor, en términos macroeconómicos, es que sí que puede subir la economía (de hecho, hablan de un crecimiento del 0,7% para el próximo año), pero para que crezca la economía no es necesario que trabaje todo el mundo: ese es el mayor drama de nuestro tiempo.
¿Cómo debemos actuar ante ese cambio? ¿Cómo asimilamos esas consecuencias?
Es más fácil decirlo que hacerlo, pero lo primero es conocernos a nosotros mismos; saber cómo somos, y cuáles son nuestras habilidades. A partir de ahí podemos adecuarnos al mercado adquiriendo competencias que nos lleven a tener un trabajo que nos permita obtener una satisfacción interna que no dependa únicamente del salario.
Pero la suerte influye. A veces hay que estar en el sitio adecuado en el momento justo. No queda otra que seguir el principio del antiguo primer ministro ruso Yegor Gaidar: “haz lo que tengas que hacer y lo que tenga que ser será”.
¿Por qué es importante estar al tanto de todo esto? ¿Qué ha supuesto el curso a nivel personal?
Pienso que conociendo mejor el mundo que nos rodea podemos tomar mejores decisiones. Y las decisiones que tomamos, sea por acción u omisión, son responsables de lo que más anhelamos: la felicidad.
Mediante el curso se ha buscado comprender el funcionamiento del mercado de trabajo conociendo sus características particulares, sean antiguas o recién llegadas como consecuencia de los tiempos. Sabiendo eso se comprende el pensamiento de los gurús más influyentes en el mercado laboral para finalmente dar pautas que nos ayuden, aunque sólo sea un poco, a adaptarnos a esta nueva época.