"La mayoría de las personas que mueren por suicidio no quieren morir, solamente quieren dejar de sufrir".
Nos enfrentamos ante un problema complejo y multicausal que resulta muy complicado delimitar y definir. Sabemos que existe lo que denominamos como conducta suicida, cuando la persona presenta algún grado de intención de acabar con su propia vida. Esta intención puede evolucionar gradualmente en diferentes etapas que se inician con la ideación, posteriormente pasan a las amenazas, después a los gestos suicidas, tentativas suicidas y, finalmente, la muerte por suicidio.
La verbalización y la comunicación son los únicos elementos con los cuales contamos para poder conocer de alguna u otra forma las intenciones suicidas de una persona y así poder activar diferentes mecanismos de ayuda. Y en este proceso está implicada toda la sociedad: médicos, psiquiatras, personas que diseñan los planes de prevención, responsables políticos, medios de comunicación, las familias y personas cercanas y, sobre todo, las propias víctimas de esta conducta autolítica.
Para dar a conocer algunas de las múltiples causas que lo originan, UNED Tudela ha organizado un ciclo de conferencias en las que se ha abordado este tema desde diferentes perspectivas, en colaboración con Avanvida, la Asociación Besarkada-Abrazo y la Fundación Mejorando cada día. Ponentes y asistentes han coincidido en que, “Hablar de suicidio es prevenir el suicidio”.
En primer lugar han intervenido Adriana Goñi Sarriés, Jefa de Servicio Área de Recursos Intermedios- Gerencia Salud Mental de Navarra, y Elena Aisa Lusar, Cofundadora y presidenta de Besarkada, Trabajadora Social especializada en suicidiología y superviviente de suicidio consumado. Ambas han tratado acerca de las estrategias de prevención existentes tanto a nivel europeo como nacional y han puesto de relieve que todavía no se aborda este problema desde una perspectiva multidisciplinar. Tampoco las cifras con las que contamos parecen ser muy objetivas: aunque a priori el suicidio está descendiendo, hay que tener en cuenta que solo 67 países del mundo están reportando datos y únicamente 35 de ellos disponen de estrategias de prevención del suicidio. Aisa ha manifestado que “merece la pena plantear estrategias de prevención porque son efectivas, pero deberíamos poder ampliar las investigaciones hacia otros campos relacionados con su causalidad como pueden ser los factores sociales, económicos, culturales e incluso políticos”. Las acciones encaminadas a la prevención deben estar interrelacionadas no solo a nivel departamental, sino también a nivel sectorial. Y como ejemplo de ello ha citado la estrategia que está siguiendo Austria, país en el que se está desarrollando un completo plan de prevención en el que, por ejemplo, se ha dotado de competencias a los denominados “gate keepers”: agentes sociales con cierto poder de liderazgo situados en sitios estratégicos, que desarrollan su trabajo diario en contacto directo con personas en situación de riesgo de suicidio.
A continuación, el periodista Gabriel González Ortiz, Miembro de la Comisión para la prevención del suicidio del Gobierno de Navarra y autor del libro 'Hablemos del Suicidio', ha tratado acerca del papel que desempeñan los medios de comunicación en este tema que comienza a dejar de ser tabú. Ha relatado cómo ha evolucionado el tratamiento del suicidio a nivel periodístico en los últimos veinte años desde el silencio (para evitar el efecto contagio), hasta el tratamiento consciente y responsable de una información que puede generar muchísimo dolor en las personas afectadas. En sus propias palabras: “Es un tema que exige rigor, responsabilidad y respeto. No podemos obviar una realidad que está pasando y, de una u otra forma, todos y todas vamos a tener algún contacto con ella. Sabemos que cada vez que difundimos el testimonio de una persona superviviente de suicidio sabemos que estamos salvando vivas, pero debemos hacerlo siempre desde un periodismo comprometido”.
Tras una pausa destinada a debate y preguntas del público, ha intervenido Jon García Ormaza, médico psiquiatra de la Red de Salud Mental de Bizkaia – Osakidetza, doctor en Neurociencias y profesor del Departamento de Neurociencias de la UPV/EHU. García Ormaza ha destacado que la conducta suicida no es una idea fija: es dinámica, cambiante. Dos de cada tres personas que tienen ideas suicidas no avanzan hacia esa idea, pero quizá puedan hacerlo mañana. Por ello, la valoración del riesgo suicida en personas debe realizarse de forma frecuente. El suicidio no es impulsivo, cuando una persona avanza en las tendencias suicidas emite señales de alarma psicológicas o emocionales que debemos detectar a tiempo, aunque lamentablemente en ocasiones no podemos hacerlo.
Este ciclo de jornadas se ha cerrado con una experiencia personal narrada por Francisco Carcavilla Vázquez, de la Asociación Besarkada-Abrazo, que ha contado cómo ha tratado de aprender a continuar viviendo tras el fallecimiento de su propio hijo. “Nunca pensé que iba a sufrir de esta forma. La culpa me ha perseguido siempre: por no haber podido ayudarle, por no saber escucharle, por la ausencia de despedidas ni explicaciones. Los ¿Y si...? vuelven una y otra vez sin que pueda pararlos. Pienso muchas veces en las circunstancias que rodearon su muerte: si sufrió, si se acordó de mi...”. Ha explicado cómo para él ha sido muy complicado enfrentarse a personas que no comprenden que el tiempo no cura una herida así, o que tratan el tema desde una perspectiva totalmente equivocada. Para él, los apoyos de familia y amigos ha sido fundamental. También las largas conversaciones que mantuvo con los amigos de su hijo, con quienes manifiesta haber reído y llorado juntos. Y destaca, sobre todo, el trabajo de la Asociación Besarkada-Abrazo, desde donde le han animado a emprender pequeños proyectos personales que le motivan para seguir adelante y ayudar a otras personas que viven situaciones similares. "En estos tres años he llegado al convencimiento de que el suicidio es un problema social que tenemos más cerca de lo que creemos y del que no somos conscientes. Vivimos muy aceleradamente, debemos pararnos más a menudo con nuestros hijos, preguntarles si están bien y hacerles saber que estamos disponibles para hablar y ayudarles. El suicidio se puede prevenir, pero para ello tenemos que formar e informar. Y, en los casos en los que no se puede prevenir, es necesario contar con protocolos para supervivientes: no se puede dar una noticia así por teléfono. Necesitamos un Plan Nacional de Prevención contra el suicidio que integre y coordine a todos los estamentos sociales, no se puede tratar únicamente desde el ámbito de la salud mental”.
Todas las conferencias que forman parte de los Cursos de Verano de UNED Tudela son gratuitas. Las personas interesadas pueden inscribirse para verlas en diferido a través de la web www.unedtudela.es/cursosdeverano, cumplimentando un sencillo formulario. También pueden contactar directamente con el Centro Asociado en el Tel. 948 821535 - Ext. 2, o enviar un correo electrónico a la dirección actividades@tudela.uned.es.