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Francisco Santos Escribano, Premio Extraordinario de Investigación 2011

Ha sido galardonado gracias al proyecto “Cuando la viñas podían cavarse con azadones de planta: la filoxera en la Ribera de Tudela, (1877-1918)”

20 de diciembre de 2011

¿Cómo describiría su proyecto “Cuando la viñas podían cavarse con azadones de planta: la filoxera en la Ribera de Tudela, (1877-1918)”?

“Se trata de una investigación de historia económica y social sobre el impacto de la filoxera en el viñedo francés y el español, y su influencia en el contexto de la Ribera de Tudela. Analiza el Tratado comercial de 1877 firmado entre los dos países y que supone una fiebre exportadora de vino al país vecino. Todo vale para satisfacer la demanda de ese nuevo mercado. No obstante, la llegada de la enfermedad a la Ribera en 1897 supone una crisis agraria, y la modernización y racionalización del cultivo del viñedo a través de las nuevas vides que se va a replantar. En esta coyuntura la Azucarera de Tudela (1899) fomenta el cultivo de la remolacha en detrimento de la vid. Así, las viñas quedan relegadas a los valles del Queiles y el Alhama. Por último, estos años de “locura” exportadora de vinos generan una cuestión social en la comarca. Se trata de la plantación de viñedo en los comunales de Montes de Cierzo, y la conflictividad entre los pueblos congozantes”.

¿Por qué cree que le han entregado el premio a su trabajo?

Porque se centra en la comarca de la Ribera que es el ámbito de investigación del Centro Asociado de la UNED de Tudela. Además, pienso que es un trabajo exhaustivo que viene a llenar un hueco en la historia económica, agraria y social contemporánea de Tudela. Asimismo, el estudio se centra en el proceso de modernización del sector agrario de la zona y el impacto que la filoxera supone en la implantación de nuevos cultivos. Todo ello es importante para entender nuestro paisaje agrario actual.

Por último, analiza las causas de la desaparición del viñedo en la Ribera cuando había sido una zona destacada en al producción vitivinícola en la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX, donde incluso se organizan unas jornadas vitícolas como las de 1887”.

¿A quién le gustaría dedicar o agradecer este galardón?

En primer lugar al Centro Asociado de la UNED de Tudela por ser el marco más adecuado para cualquier investigador por las posibilidades que ofrece. A los compañeros del Departamento de Ciencias Sociales del IES “Valle del Ebro” que siempre me han animado en mis investigaciones y, sobre todo, a Alfonso y Manuel que leyeron los primeros borradores haciéndome sugerencias. A mi padre, que tenía buena memoria, me contaba infinidad de historia sobre la filoxera y me abrió las puertas del imaginario que se generar en trono al impacto de la enfermedad en el viñedo por estas tierras. Por último, a Maite que siempre ha estado soportando las excentricidades del oficio de historiador”.