La humanidad es migrante por naturaleza, su movilidad es inherente a ella y, como tal, supone un derecho que debemos proteger. Protección no significa que las personas migrantes sean vulnerables, sino que se encuentran circunstancialmente en una situación de vulnerabilidad (muchas veces extrema). El marco jurídico actual internacional que regula la movilidad de las personas resulta insuficiente e injusto, ya que aborda su situación desde una perspectiva política y no en clave de derechos humanos.
Estos conceptos han servido como introducción de las jornadas por parte de Sergio Iturre, director del Centro Padre Lasa de Tudela. A continuación Javier Raboso, Responsable de Democracia y Derechos Humanos de Greenpeace España nos ha hablado acerca de las diferentes causas que generan las migraciones de origen climático y ha establecido un interesante coloquio posterior con las personas asistentes, tanto de forma presencial como on line. El ciclo de conferencias de la primera jornada se ha cerrado con el visionado del cortometraje "Tournées", de Octavio Romero, que expone con gran veracidad la situación actual que se vive en el Norte de la República Democrática del Congo. El auditorio ha tenido la oportunidad de compartir impresiones con el propio autor, y no han faltado experiencias interesantes de algunos asistentes que han vivido esta realidad en primera persona y han transmitido la urgente necesidad de que el resto del mundo despierte ante esta tremenda realidad originada y mantenida por los países más desarrollados.
La segunda jornada se ha centrado en torno al papel de la mujer migrante. Alicia Chicharro Lázaro, Jefa de Internacionalización y Cooperación de la Universidad Pública de Navarra, ha tratado sobre las mujeres migrantes desde la perspectiva de los derechos humanos. En sus propias palabras, "las mujeres migrantes en general afrontan mayores riesgos y mayores niveles de inseguridad. Durante los trayectos que emprenden se enfrentan a numerosos riesgos para su integridad física y emocional, sufriendo secuelas que prevalecen durante toda su vida". La jurisdicción actual internacional, articulada en torno a la Convención de Ginebra del año 1951, resulta insuficiente para gestionar la realidad de muchas mujeres refugiadas a quienes no se les reconoce esta condición de forma oficial. Debemos hacer el ejercicio de pensar que nuestras sociedades se han construido sobre la base del trabajo de muchas mujeres migrantes. Gracias a ellas y a su trabajo, nosotras hemos podido acceder a otros empleos. Debemos exigir a nuestros gobiernos que se comprometan para incluirlas en la regulación de sus derechos, en el acceso igualitario a los recursos, y que consideren su voz en la reconstrucción de sus países de origen o en la redacción de los tratados internacionales relacionados con la paz. En definitiva y en palabras de esta gran experta en derecho internacional "Los derechos, sin las mujeres, no son humanos".
Este interesante ciclo ha finalizado con una mesa redonda en la que varias mujeres han compartido sus experiencias de migración: Maite Martín, de la Asociación Barrio de Lourdes; Mary Owens y Deborah Ayala, ambas del Centro Padre Lasa de Tudela.
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