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“El esfuerzo ha merecido la pena, por lo que hemos aprendido en los libros y, sobre todo, por lo que hemos aprendido de nuestros profesores”

La alumna Raquel Malón nos relata su experiencia en el Aula Universitaria de Milagro tras haber superado el Curso de Acceso a la Universidad para Mayores de 25 años.

26 de octubre de 2011

Nunca olvidará el pasado mes de junio. Ese mes Raquel realizaba sus exámenes del Curso de Acceso a la Universidad para mayores de 25 años. Después de meses de estudio, sacrificio, dedicación… llegaba el último esfuerzo. Un esfuerzo que ha merecido la pena.

Raquel, que ahora estudia Derecho en la UNED de Tudela, nos relataba su experiencia hace unos días durante la celebración del Acto de Apertura del Aula Universitaria de Milagro. Ésta es su historia.

“Hace un año yo estaba sentada entre el público. Hoy, tengo el honor de haber sido elegida para contar mi experiencia en el Curso de Acceso. La verdad es que es duro, difícil… Primero, porque tu vida cambia de prioridades y te conviertes en un tirano para ti mismo.

Es muy importante que te obligues a llevar un ritmo de estudio y eso implica que si, normalmente, una noche cualquiera charlabas con los amigos, ahora, tu tiempo se lo brindas al señor Freud. Significa que el tiempo que hubieras dedicado a tu familia, ahora, lo inviertes en darte una vuelta por el mundo del Derecho de Familia que es lo más cerca que la vas a tener.

Estudiar conlleva una responsabilidad que tú mismo has elegido; por eso, es más acuciante. En segundo lugar, es duro porque tienes que acostumbrarte a un lenguaje que, habitualmente, no utilizas; tienes que entender de qué te están hablando los profesores y, después de entenderlo, tienes que retenerlo y guardarlo para reproducirlo mucho más adelante.

Cuando llegue febrero y creáis que le estáis cogiendo el hilo a los profesores, al temario… caeréis en la cuenta de que ya no recordáis lo que estudiasteis en noviembre. Algunos abandonarán, otros seguirán…

Cuando llegue Semana Santa, os entrará un ataque de pánico porque los exámenes están cerca y estáis seguros de haber olvidado todo. Por lo menos, es lo que me ocurrió a mí.

Y, entonces, llega el momento más esperado y más temido: los exámenes. No podemos saber si el resultado va a ser proporcional a nuestro esfuerzo o a nuestros nervios.

En mi segundo y último día de infierno fue nuestro director quien me entregó el examen. Como me vio tan nerviosa intentó darme ánimos y me hizo una pregunta: ´¿has estudiado?´

Naturalmente le contesté que sí. Entonces, me dijo: ´con lo que has estudiado y un poco de suerte, todo saldrá bien´.

Y tengo que decir que no he tenido un poco de suerte; he tenido mucha suerte. Y es aquí, donde quisiera empezar con mis agradecimientos.

Quiero dar las gracias a mi familia por su paciencia, apoyo y empuje. Quiero dar las gracias a mis compañeros por ser tan geniales. Óscar, gracias por tu optimismo; Ernestina, siempre adelante…

Y, sobre todo, quiero dar las gracias a mis profesores: a Alejandro, mi profesor de Nociones Jurídicas, por enseñarme que hay que empezar a organizarse desde el minuto uno, por resolverme todas las dudas, por sus sabios consejos y, sobre todo, por permitirme discrepar con él en algunas cuestiones alentando mi capacidad crítica. A Jesús, mi profesor de Inglés, por no tirar la toalla con nosotros, por buscar cualquier manera de hacernos entender aquello que se nos resistía y, sobre todo, porque sé que te preocupas por tus alumnos y eso dice mucho de ti como profesor y como persona. A Alejandra, mi profesora de Psicología. Solo tuve oportunidad de asistir a dos de tus clases pero solo con eso sé lo que me he perdido. Siento muchísimo no haber podido disfrutar de todas. A Patxi, profesor de Matemáticas, por su presencia y apoyo el fin de semana de los exámenes. A Ana, profesora de Lenguaje. Gracias a ella, incluso leo los carteles publicitarios… Y a Jorge, profesor de Biología, que me aguantó, aunque no era su alumna.

Para terminar con mis agradecimientos, quisiera recordar a la persona que siempre sabe resolvernos cualquier duda administrativa y que siempre lo hace con una sonrisa: Gonzalo, gracias.

Después de todo, el esfuerzo ha merecido la pena. Por lo que hemos aprendido en los libros y, sobre todo, por lo que hemos aprendido de nuestros profesores.

Me gustaría concluir leyendo unos versos del poema “No te detengas”. Dicen así:

Somos seres llenos de pasión.

La vida es desierto y oasis.

Nos derriba, nos lastima,

nos enseña,

nos convierte en protagonistas

de nuestra propia historia.

Aunque el viento sople en contra,

la poderosa obra continúa:

Tu puedes aportar una estrofa.

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