El centro asociado de la UNED de Tudela ha sido escenario del curso de verano “La capacidad mental”, un concepto complejo de abordar que, en su definición, ha sido objeto de debate y controversia y que expertos en psiquiatría, psicología y derecho han analizado desde la óptica filosófica, ética y biológica.
La presencia del prestigioso médico Germán Berrios, referente mundial en el campo de la psiquiatría, atrajo hasta Tudela a numerosos profesionales que siguieron con atención la magistral apertura del curso ofrecida por el catedrático de la Universidad de Cambridge, donde sus investigaciones sobre las complicaciones mentales de la enfermedad neurológica y la estructura, historia y capacidad epistemológica de la psicopatología descriptiva han sido continuadas y desarrolladas por destacados miembros de la escuela psicopatológica.
Berrios, que también ejerció como director del curso en la universidad tudelana, abordó en su intervención el concepto de ‘capacidad mental’ desde las vertientes histórica y epistemológica, una tarea que reconoció compleja ya que, aseguró, “siempre es más fácil manejarlo desde el punto de vista epistemológico, desde una perspectiva regional, que de manera global, ya que ha tenido una evolución distinta en cada país”.
Para aproximarse a la capacidad mental, el profesor de Cambridge se apoyó en el concepto de convergencia, un modelo de ficción histórica desarrollado en la universidad inglesa “que nos permite abordar la construcción de distintos conceptos y cómo ciertos términos sobreviven y dan una continuidad falsa al concepto de capacidad mental porque, básicamente, en cada nueva convergencia la estructura epistemológica ha cambiado totalmente”, explicó.
Para Berrios se dan dos claras convergencias históricas en este concepto. Por un lado, la que entiende la capacidad mental como una competencia legal, un concepto en el que no había una implicación interna a la hora de hablar sobre el funcionamiento de los seres humanos y que perduró hasta finales del siglo XVIII y principios del XIX.
En esta primera convergencia, apuntó el catedrático, “el concepto de capacidad mental se encuentra en muchos sistemas legales de las culturas clásicas, en los que tradicionalmente la presencia de capacidad o incapacidad mental se determinaba por medios prácticos y simples y en los que el motivo que causaba la pérdida de la capacidad mental no era un problema porque no interesaba”.
Fue a comienzos del siglo XIX cuando se produjo un cambio radical en el concepto de capacidad mental “ya que, por primera vez, se empiezan a hacer preguntas sobre si existe una función cerebral correspondiente a la capacidad mental y si ésta es medible, captable, cambiable y mejorable”, describió. Es en esta etapa en la que aparece la medicalización de la capacidad mental, algo que, reconoció Berrios, “ha creado tensiones internas en el concepto” y cuya importancia es tal que en países como el Reino Unido ha llevado a la redacción de la Mental Capacity Act, una ley dedicada en exclusiva a abordar la cuestión de la capacidad mental y que está vigente desde el año 2007.
“El concepto se ha medicalizado tanto que se piensa que se puede manipular. Esto ha abierto un debate fascinante, aunque desde el punto de vista práctico no lo sea tanto, ya que se maneja la idea de que todo médico que esté formado evalúe al enfermo sin necesidad de recurrir al psiquiatra. Lo que está ocurriendo en el mundo anglosajón es que han comenzado a desarrollarse técnicas de medidas, pequeños algoritmos de evaluación que la gente sigue de manera mecánica, sin entender realmente lo que está pasando con el paciente”, relató el catedrático.
Para Berrios, esta segunda convergencia del concepto de capacidad mental “tiene un mayor interés, porque el concepto cambia, y aunque los componentes son los mismos es algo absolutamente distinto, ya que pierde su concepción legal para pasar a la expresión de cierta función, facultad o poder claramente establecido. El concepto se psicologiza y medicaliza, y la evaluación médica pasa a estar condicionada por el hecho de que se conoce poco sobre los determinantes neuropsicológicos de la capacidad mental”.
No obstante, según aclaró,”la evaluación médica de la capacidad mental, a día de hoy, por lo menos en Inglaterra, no es diferente a lo que una persona inteligente haría, basada en un concepto de ‘psicología folclórica’ que hace referencia a lo que pensamos que es el ser humano”.
Participantes en el curso
La universidad tudelana se convirtió estos dos días en un foro de debate en el que se habló sobre las diferentes dimensiones del concepto de capacidad mental desde la perspectiva que aportaron otros expertos como Ana María Marcos del Cano, profesora titular de la Facultad de Derecho y secretaria general de la UNED y presidenta de la Fundación Beti Gizartean; Francisco Torres González, catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Granada; Tirso Ventura Faci, psiquiatra en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza y profesor asociado de la Universidad de Zaragoza; Victoria del Barrio Gandara, profesora titular de la Facultad de Psicología de la UNED; Juan Antonio García Madruga, catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación en la Facultad de Psicología de la UNED; Iñaki Madariaga Zamalloa, psiquiatra en el Hospital Aita Menni (Mondragón, Gipuzkoa) y presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Legal; y Rebeca Hidalgo Borrajo, psiquiatra en el Hospital de Día Infanto-Juvenil de Salud Mental Natividad Zubieta de Pamplona.